Durante años, su rostro fue sinónimo de energía, salud y modernidad en una España que empezaba a abrirse al mundo. Eva Nasarre conquistó la pantalla en los años 80 como pionera del aeróbic televisivo, marcando una generación con sus coreografías y entusiasmo. Pero la historia de quien llegó a ser un auténtico fenómeno mediático dio un giro inesperado. A sus 64 años, vive retirada de los platós y entregada a una causa que surgió de su propia experiencia vital: la defensa de las personas con discapacidad y dependencia. Lejos del bullicio de la fama, lleva una vida tranquila en la localidad madrileña de Tres Cantos, desde donde continúa luchando, ahora desde otro tipo de escenario.
Nacida en Lérida en 1960, Eva Nasarre saltó a la popularidad con tan solo 22 años. El éxito le llegó de la mano de Puesta a punto, un programa emitido por TVE que la convirtió en un icono del fitness antes de que el término siquiera existiera en el lenguaje popular español. En una época en la que el ejercicio físico apenas se promovía, su presencia cada mañana frente a las cámaras animaba a miles de personas a seguir sus rutinas desde casa. Con una imagen fresca, dinámica y moderna, supo conectar con el público de forma inmediata.
Adiós a la fama de Eva Nasarre
Aquella joven en body y calentadores no solo introdujo nuevos hábitos de vida saludable en los hogares, sino que encarnó un nuevo modelo de mujer activa que rompía con los patrones tradicionales. Su influencia fue tal que llegó a protagonizar portadas, campañas publicitarias y reportajes en los principales medios del país. Durante un tiempo, su nombre era sinónimo de bienestar y vitalidad, y su popularidad parecía no tener techo.
El brillo de los focos, sin embargo, no fue eterno. Tras su paso por En marcha, otro espacio televisivo que combinaba ejercicio físico y consejos de vida activa, Eva comenzó a reducir sus apariciones en pantalla. Poco a poco, se alejó del medio que la había encumbrado, iniciando una transición hacia una vida más discreta, alejada de los titulares. Aquella retirada, lejos de ser accidental, respondió también a un cambio de prioridades personales que la llevó a volcarse en proyectos sociales, primero en Cataluña y más tarde desde Madrid.
Eva Nasarre se enfrentó a una enfermedad
La transformación de Eva Nasarre llegó con un diagnóstico que marcó un antes y un después. En 1999, los médicos le confirmaron que padecía artritis reumatoide, una enfermedad crónica que afecta de manera agresiva las articulaciones y limita la movilidad. La dolencia la obligó a usar silla de ruedas y desde entonces su día a día cambió radicalmente. Sin embargo, lejos de resignarse, encontró en esa adversidad una causa por la que luchar.
Desde el momento en que se vio afectada por una enfermedad incapacitante, Eva Nasarre decidió alzar la voz en favor de quienes comparten su situación. Con firmeza y convicción, se convirtió en una de las portavoces más visibles en la defensa de la Ley de Dependencia. Ha trabajado codo con codo con diversas plataformas ciudadanas, exigiendo una mayor sensibilidad institucional y mejoras reales en los recursos para las personas dependientes.
Gracias a su implicación, fue galardonada en 2015 con el Premio Ana Tutor, un reconocimiento a su constancia y a su ejemplo como mujer comprometida. Eva ha participado en actos públicos, ha escrito manifiestos, ha ofrecido entrevistas muy puntuales en medios especializados, y sobre todo, ha puesto rostro y nombre a una lucha que, según ella, sigue siendo invisible para gran parte de la sociedad.
Su activismo, además, no se limita a grandes discursos. Desde su propio barrio en Tres Cantos, pelea por derechos cotidianos pero fundamentales, como la necesidad de contar con una plaza de aparcamiento adaptada o el acceso a servicios de salud adecuados. Todo ello lo hace sin alardes, desde la convicción profunda de que la justicia social también se construye desde lo local.
El lado más desconocido de la presentadora
La historia personal de Eva Nasarre ha estado marcada por momentos duros fuera del ojo público. Tras su separación del periodista Chema Álvarez, con quien tuvo a su único hijo, Joan Marc, vivió años de distanciamiento con él. Una relación tensa que solo comenzó a repararse en 2012, cuando una intervención médica sirvió de punto de inflexión para retomar el contacto.
Esa reconciliación no sólo supuso una recuperación emocional, sino que trajo consigo un nuevo papel en la vida de Eva: el de abuela. El nacimiento de su nieto le devolvió cierta serenidad tras años difíciles y le permitió disfrutar de una nueva etapa familiar en la que, a pesar de las limitaciones físicas, encuentra motivos para seguir adelante con ilusión.
Lejos de la imagen vibrante de los años 80, Eva se muestra ahora como una mujer fuerte, centrada en su bienestar emocional y en su compromiso con causas que considera imprescindibles. No persigue la nostalgia ni quiere recuperar la notoriedad pasada. Prefiere usar su voz para visibilizar realidades incómodas, como el olvido institucional hacia las personas con necesidades especiales.
Durante años, su rostro fue sinónimo de energía, salud y modernidad en una España que empezaba a abrirse al mundo. Eva Nasarre conquistó la pantalla en los años 80 como pionera del aeróbic televisivo, marcando una generación con sus coreografías y entusiasmo. Pero la historia de quien llegó a ser un auténtico fenómeno mediático dio … Continuar leyendo «Fue la estrella de televisión más famosa de España y su vida a dado un giro radical: esto es lo que hace ahora»
Durante años, su rostro fue sinónimo de energía, salud y modernidad en una España que empezaba a abrirse al mundo. Eva Nasarre conquistó la pantalla en los años 80 como pionera del aeróbic televisivo, marcando una generación con sus coreografías y entusiasmo. Pero la historia de quien llegó a ser un auténtico fenómeno mediático dio un giro inesperado. A sus 64 años, vive retirada de los platós y entregada a una causa que surgió de su propia experiencia vital: la defensa de las personas con discapacidad y dependencia. Lejos del bullicio de la fama, lleva una vida tranquila en la localidad madrileña de Tres Cantos, desde donde continúa luchando, ahora desde otro tipo de escenario.
Nacida en Lérida en 1960, Eva Nasarre saltó a la popularidad con tan solo 22 años. El éxito le llegó de la mano de Puesta a punto, un programa emitido por TVE que la convirtió en un icono del fitness antes de que el término siquiera existiera en el lenguaje popular español. En una época en la que el ejercicio físico apenas se promovía, su presencia cada mañana frente a las cámaras animaba a miles de personas a seguir sus rutinas desde casa. Con una imagen fresca, dinámica y moderna, supo conectar con el público de forma inmediata.
Adiós a la fama de Eva Nasarre
Aquella joven en body y calentadores no solo introdujo nuevos hábitos de vida saludable en los hogares, sino que encarnó un nuevo modelo de mujer activa que rompía con los patrones tradicionales. Su influencia fue tal que llegó a protagonizar portadas, campañas publicitarias y reportajes en los principales medios del país. Durante un tiempo, su nombre era sinónimo de bienestar y vitalidad, y su popularidad parecía no tener techo.
El brillo de los focos, sin embargo, no fue eterno. Tras su paso por En marcha, otro espacio televisivo que combinaba ejercicio físico y consejos de vida activa, Eva comenzó a reducir sus apariciones en pantalla. Poco a poco, se alejó del medio que la había encumbrado, iniciando una transición hacia una vida más discreta, alejada de los titulares. Aquella retirada, lejos de ser accidental, respondió también a un cambio de prioridades personales que la llevó a volcarse en proyectos sociales, primero en Cataluña y más tarde desde Madrid.
Eva Nasarre se enfrentó a una enfermedad
La transformación de Eva Nasarre llegó con un diagnóstico que marcó un antes y un después. En 1999, los médicos le confirmaron que padecía artritis reumatoide, una enfermedad crónica que afecta de manera agresiva las articulaciones y limita la movilidad. La dolencia la obligó a usar silla de ruedas y desde entonces su día a día cambió radicalmente. Sin embargo, lejos de resignarse, encontró en esa adversidad una causa por la que luchar.
Desde el momento en que se vio afectada por una enfermedad incapacitante, Eva Nasarre decidió alzar la voz en favor de quienes comparten su situación. Con firmeza y convicción, se convirtió en una de las portavoces más visibles en la defensa de la Ley de Dependencia. Ha trabajado codo con codo con diversas plataformas ciudadanas, exigiendo una mayor sensibilidad institucional y mejoras reales en los recursos para las personas dependientes.
Gracias a su implicación, fue galardonada en 2015 con el Premio Ana Tutor, un reconocimiento a su constancia y a su ejemplo como mujer comprometida. Eva ha participado en actos públicos, ha escrito manifiestos, ha ofrecido entrevistas muy puntuales en medios especializados, y sobre todo, ha puesto rostro y nombre a una lucha que, según ella, sigue siendo invisible para gran parte de la sociedad.
Su activismo, además, no se limita a grandes discursos. Desde su propio barrio en Tres Cantos, pelea por derechos cotidianos pero fundamentales, como la necesidad de contar con una plaza de aparcamiento adaptada o el acceso a servicios de salud adecuados. Todo ello lo hace sin alardes, desde la convicción profunda de que la justicia social también se construye desde lo local.
El lado más desconocido de la presentadora
La historia personal de Eva Nasarre ha estado marcada por momentos duros fuera del ojo público. Tras su separación del periodista Chema Álvarez, con quien tuvo a su único hijo, Joan Marc, vivió años de distanciamiento con él. Una relación tensa que solo comenzó a repararse en 2012, cuando una intervención médica sirvió de punto de inflexión para retomar el contacto.
Esa reconciliación no sólo supuso una recuperación emocional, sino que trajo consigo un nuevo papel en la vida de Eva: el de abuela. El nacimiento de su nieto le devolvió cierta serenidad tras años difíciles y le permitió disfrutar de una nueva etapa familiar en la que, a pesar de las limitaciones físicas, encuentra motivos para seguir adelante con ilusión.
Lejos de la imagen vibrante de los años 80, Eva se muestra ahora como una mujer fuerte, centrada en su bienestar emocional y en su compromiso con causas que considera imprescindibles. No persigue la nostalgia ni quiere recuperar la notoriedad pasada. Prefiere usar su voz para visibilizar realidades incómodas, como el olvido institucional hacia las personas con necesidades especiales.
Sociedad – okdiario.com